Luis Guillermo Wellman Carpio

Salvadoreño

Magistrado Propietario del Tribunal Supremo Electoral 2019-2024.

 

Licenciado en Ciencias Jurídicas Universidad El Salvador. Estudios de maestría en Derecho Internacional Público, Universidad José Matías Delgado. Estudios de postgrado en Derecho Medioambiental, Universidad Salamanca, España. Estudios de postgrado en Derecho Bancario, Universidad de Salamanca, España. Estudios postgrado en Derecho Administrativo, Universidad de Salamanca, España. Diplomado en Política Social, Derechos Humanos y Género. Cursos en Derecho Constitucional del Instituto de Estudios de Iberoamérica y Portugal, Universidad de Salamanca, España. Curso Superior de Desarrollo Nacional para extranjeros, Taiwán.  Participación en el International Visitor Leadership Program of the United State Department of State “Promotion Minority Participation in the Political Process”, Washington D.C. Estados Unidos de América.  Asesor jurídico de la Asamblea Legislativa de El Salvador desde 1987 a 2019. Asesor jurídico de la Dirección de Seguridad de la Corte Suprema de Justicia. Articulista en el Diario El Mundo (El Salvador.)

 

 

Observación Electoral: su importancia en las elecciones

 

Sin duda, la observación electoral es vital en una democracia. Es garantía de transparencia y confianza, cuando se desarrolla con profesionalismo e imparcialidad. Según el Diccionario de la Real Academia Española[1], en su XXII Edición, el vocablo “observar” significa “examinar atentamente”. Al adaptar el tema al ámbito electoral, el Diccionario Electoral del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH)[2], define la observación electoral como el “Ejercicio que consiste en examinar presencialmente el desarrollo de un proceso electoral y confrontar su realización con los parámetros derivados de las prescripciones aplicables, sean estas las constitucionales y/o legales nacionales y, en su caso, los principios y normas internacionales aplicables”.

 

Este ejercicio puede “contribuir significativamente a consolidar o a socavar la legitimidad de un proceso e influir en la opinión pública nacional e internacional”, reza el Diccionario Electoral.

 

Con responsabilidad y mucho civismo, he participado en diversas misiones de observación electoral internacional en países como Colombia, Costa Rica, Uruguay, República Dominicana, Honduras y México y he dado mis aportes apegados a las leyes internas de cada nación y a los principios universales.

Y como magistrado del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de El Salvador, he promovido la presencia masiva de observadores nacionales e internacionales y garantizado que reciban condiciones de apertura y de independencia para realizar su trabajo de promover sistemas electorales seguros, eficientes y democráticos, en los cuales se garantice la emisión del voto en forma libre, universal y secreto.

 

La observación electoral en el plan general de elecciones

En los procesos electorales hay programas elementales que se deben considerar en el Plan General de Elecciones (PLAGEL). Uno de ellos es el programa de observación electoral.

 

Para las elecciones del 28 de febrero de 2021, el organismo colegiado, del que formo parte, autorizó la presencia de 3,540 observadores, de los cuales 2,296 fueron nacionales y 1,244 internacionales.

 

El Salvador es particularmente interesante para la observación electoral por la complejidad de aplicar las modalidades de voto entero, voto preferente y el sistema de listas abiertas o voto cruzado. Adicionalmente, tenemos la elección de concejos municipales plurales, cuya dificultad está precisamente en acentuar esa pluralidad política que permita validar cada voto.

 

En el 2021 logramos corregir una deficiencia en la asignación de concejales, que consistía que cuando un partido aseguraba la mitad más uno de regidores, automáticamente salía del reparto, aun cuando tuviese los suficientes votos para ganar uno o más representaciones adicionales. Esta regla se rompió en el 2021. Ahora un partido ganará sus concejalías proporcionalmente a los votos obtenidos del electorado, y con ello le damos el valor respectivo a cada voto ciudadano.

 

Para el 2024 estamos frente al desafío del voto en el extranjero para elegir presidencia de la República y, por primera vez, diputaciones de Asamblea Legislativa y Parlamento Centroamericano. Como antecedente, señalar que hemos tenido la experiencia del voto postal, mientras que, al cierre de este artículo, estábamos esperando la modalidad que apruebe la Asamblea Legislativa para poder implementarla.

 

Y por supuesto que la observación electoral será vital. Sobre todo, porque, en sistemas como el nuestro, que tradicionalmente están basados en la desconfianza, en cada elección se despierta el fantasma del fraude. Por eso es necesaria la presencia de expertos que legitimen nuestro proceso y den fe del profesionalismo, imparcialidad y apego a la ley con el que está actuando este TSE, del cual dignamente soy miembro. Su presencia fortalece nuestra democracia, como ocurrió en las pasadas elecciones.

 

Para los comicios de 2021 tuvimos la presencia de prestigiosas misiones de observación internacional, como la Organización de Estados Americanos (OEA), Unión Europea, Unión Interamericana de Organismos Electorales (UNIORE), el Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica (CEELA), representaciones diplomáticas, entre otras. Y hubo un buen número de observadores nacionales que representaban a organizaciones civiles, universidades, tanques de pensamiento y representantes de actores políticos.

 

Como TSE tenemos un Reglamento de Observación Electoral que otorga garantías derivadas de principios de transparencia y acceso a la información, pero también desarrolla un marco de derechos y obligaciones de una observación.

Es de mencionar que fuimos bien evaluados por las misiones de observación, que destacaron los avances del TSE en áreas como la aplicación de tecnología en mesa, que resultó ser exitosa y transparente.

El PLAGEL de 2024 incorpora recomendaciones emanadas de informes de observación electoral y de evaluación del proceso electoral anterior.

 

Desafío para el 2024

Tenemos que enfrente un reto enorme con las elecciones de 2024. Por primera vez El Salvador permitirá el sufragio activo a la diáspora, para la elección de diputaciones de la Asamblea Legislativa y el Parlamento Centroamericano. Desde el 2009, únicamente se garantizó el voto desde el exterior para la elección del presidente de la República.

La nueva Ley Especial para el Sufragio en el Extranjero también establece el derecho al sufragio pasivo, que permite a los salvadoreños domiciliados en el exterior optar a cargos públicos.

Ante este panorama, es relevante contar con un sistema de auditoría que garantice la transparencia del proceso electoral, y tener la mayor presencia posible de observación nacional e internacional que dé fe del profesionalismo de nuestro trabajo y constate que la voluntad del electorado se hace respetar.

Justamente, al momento de la elaboración de este artículo, estamos trabajando en el Plan General de Elecciones de 2024 y por supuesto que la observación electoral es importante y estamos preparando las condiciones para que lleguen a El Salvador la mayor cantidad posible de profesionales y expertos electorales.

 

Al estar frente a la aplicación, por primera vez, del voto en el extranjero, usando las tecnologías, estamos respaldando que sea un proceso que deje satisfecho al pueblo salvadoreño y que certifique el buen trabajo de este Organismo Colegiado. Tenemos instituciones internacionales como el Centro Criptológico Nacional de España, que ya nos ha acompañado y nos acompañará en este esfuerzo. También abogamos por la presencia de instituciones de prestigio que fiscalicen que en el proceso no habrá ninguna alteración de la voluntad popular.

Actuaremos con profesionalismo y con la independencia de un juez electoral, y estamos abiertos a que haya garantes nacionales e internacionales que den fe de la objetividad de nuestra labor.

 

En resumen, puedo afirmar que los beneficios más importantes de la observación electoral son: la garantía de transparencia en los procesos electorales y la confianza que genera en la población que una elección esté lo más fiscalizada posible.

También es de mucha importancia la credibilidad que remarcan los informes de las diferentes misiones de observación, nacionales e internacionales.

 

 

 

[1] Real Academia Española, Diccionario de la lengua española. 22ª. Edición.

[2] Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Diccionario Electoral, Tomo II L-Z, (2017).