La observación electoral forma parte de los procesos de democratización que tuvieron su origen en la década de los años setenta del siglo pasado en distintas partes del mundo. Nació como un factor para otorgar certeza, confianza e integridad a las elecciones.
Los regímenes no democráticos no garantizaban libertades políticas ni el Estado de derecho, y tenían como característica común la ausencia de certeza para organizar elecciones de manera imparcial y que se respetara la voluntad ciudadana expresada a través del voto. El eje articulador de la observación electoral ciudadana estuvo en la movilización civil para hacer valer el voto y evitar que se alterara la voluntad ciudadana.
La presencia de la sociedad en las elecciones, a través de la observación electoral, ha profundizado y ampliado el espectro de su actuación, contribuyendo a mejorar la calidad de los comicios. Es una práctica que forma parte de la construcción democrática.
A medida que las prácticas electorales se iban asentando, los propósitos iniciales de la observación fueron incorporando nuevas temáticas que ya consideraban el proceso electoral en su conjunto y no solo al día de la elección.1
La observación de las elecciones refleja el interés por lograr y mantener procesos electorales democráticos. Supone la observancia de los derechos políticos como derechos humanos y del imperio de la ley para ordenar la disputa por el poder entre partidos y candidatos.
La imparcialidad en la actuación del organismo responsable de organizar las elecciones sigue siendo un tema central de la observación electoral. Esta actividad ciudadana tiene la responsabilidad de mantener y auxiliar al mejoramiento de la integridad en la organización de las elecciones. Por ello, es un factor disuasivo del fraude electoral y apunta con mirada crítica las irregularidades que pudiesen presentarse. Finalmente, la observación electoral contribuye a fortalecer la credibilidad de las instituciones y de los procesos electorales en clave democrática.
Los observadores nacionales y los visitantes extranjeros
México fue partícipe del proceso de democratización que se extendió en el último tercio del siglo pasado en casi todo el mundo. Tanto la observación nacional como la internacional, a través de la figura de visitantes extranjeros, contribuyeron al desarrollo de las leyes, instituciones, procesos electorales y prácticas democráticas.
La observación electoral mexicana dio inicio en Baja California (1968) y Yucatán (1969). A pesar de no contar con un marco jurídico que regulara esta actividad, la movilización ciudadana era difícil de contener. Ante todo, el reclamo era por elecciones sin fraude.
A partir de 1991, la práctica de la observación electoral civil se desplegó en San Luis Potosí, Guanajuato, Nuevo León y Tabasco. En 1992, se incorporaron: Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Durango, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas.2
En ese mismo año existían 27 agrupaciones de observación electoral, con distintos niveles de preparación, permanencia y duración. Había un gran entusiasmo democrático, aunque poca capacitación para saber qué y cómo observar. Entre las más importantes agrupaciones destacaban ADESE (Asamblea Democrática para el Sufragio Efectivo), ACUDE (Acuerdo Nacional por la Democracia), MCD (Movimiento Ciudadano Democrático), OD (Ola por la Democracia), CD (Consejo por la Democracia), COCIDE (Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia), con un importante activismo de Alianza Cívica y la Academia Mexicana de Derechos Humanos.3
Varios de estos grupos recibieron apoyos financieros procedentes principalmente de organismos con sede en los Estados Unidos de América, a saber: National Endowment for Democracy, Instituto Nacional Demócrata, Freedom House, America’s Watch y el Centro Carter, lo que incluso derivó en que las organizaciones nacionales tuvieran coberturas en diarios extranjeros como The Washington Post, The New York Times, El País, así como en revistas como Time y Newsweek.
El asunto de la financiación internacional a la observación nacional se ordenó de manera significativa al crearse el Fondo de Apoyo a la Observación Electoral en 1994.
Por su parte, la práctica de la observación electoral a nivel internacional dio inicio en elecciones locales en Irlanda del Norte, Zimbabwe y Mauritania en 1967. En América Latina, a partir de la década de los años ochenta, esta actividad se hace presente en Argentina, El Salvador y Venezuela.4
A inicios de los noventa hay un amplio auge de la observación electoral nacional e internacional en casi todas las regiones del mundo. El Centro Carter había realizado observación electoral en las elecciones locales de Chihuahua y Michoacán en 1992, a pesar de que esta actividad no estaba permitida.
En septiembre de 1993 se llevó a cabo una reforma electoral donde, entre otras cosas, se reconoció la figura de “observador electoral” a los ciudadanos mexicanos, permitiéndose atestiguar únicamente el desarrollo de la jornada electoral.5 A raíz del levantamiento de enero de 1994 en Chiapas, los partidos políticos y el gobierno suscribieron el “Pacto por la paz, la democracia y la justicia”. Entre otras cosas, asumieron el compromiso para crear condiciones de estabilidad política y garantizar elecciones limpias imparciales y creíbles.
Ese acuerdo dio pie a que en febrero de 1994 el Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) estableciera los lineamientos para que los ciudadanos mexicanos pudieran participar como observadores electorales en todas las fases y etapas del proceso electoral.6
Para junio del mismo año, el Consejo General del IFE emitió el Acuerdo para facilitar la presencia de la comunidad internacional en las elecciones federales mexicanas a través de la figura de “Visitante extranjero”.
El IFE había iniciado una política internacional desde 1993 para establecer vínculos con el sistema internacional electoral que ya se había formado en la década de los años ochenta del siglo pasado. En este sentido, se establecieron los primeros contactos con organismos internacionales especializados en el tema electoral, como la División de Asistencia Electoral de la ONU, la Secretaría de Asuntos Políticos de la OEA, la Conferencia de Cooperación de Seguridad Europea que, entre otras cosas, promovía temas electorales.
Asimismo, se establecieron contactos con las asociaciones de autoridades electorales de África, Asia, América Latina y Europa, y en el mismo sentido, con organizaciones promotoras de la democracia electoral en distintas partes del mundo, tales como la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES), el instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) y el Instituto Interamericano de Derechos Humanos-Centro de Asesoría y Promoción Electoral (IIDH-CAPEL), entre otros.7
Uno de los resultados de esta actividad política internacional dio la pauta en 1994 para que se integrara un equipo técnico de las Naciones Unidas, ETONU-MEX, que contribuyó a la capacitación y preparación de algunas organizaciones mexicanas que realizaban actividades de observación electoral. Asimismo, a través de la ONU, para 1996 se invitó a un grupo de expertos internacionales para que observara el desarrollo de las elecciones y preparara un informe técnico sobre la organización electoral mexicana.8
A partir de la fructífera coordinación entre la División de Asistencia Electoral de la ONU y el gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Gobernación y de la Dirección del IFE, se creó un mecanismo para apoyar técnica y financieramente a los distintos proyectos que presentaran las organizaciones mexicanas que realizaban actividades de observación electoral: el Fondo de apoyo a la Observación Electoral. De igual forma, este mecanismo también ayudó a transparentar el origen, monto y destino de los recursos destinados a los observadores electorales nacionales.
Este mecanismo de apoyo, que se ha integrado ininterrumpidamente en todas las elecciones federales llevadas a cabo desde 1994 y hasta 2021, ha contribuido a la profesionalización de las tareas de observación electoral y, en consecuencia, a la presentación de informes técnicos cuyas conclusiones han contribuido a fortalecer la confianza y credibilidad en las elecciones mexicanas. Cabe mencionar que las aportaciones de recursos al Fondo han provenido no solo del gobierno, sino también del propio IFE/INE, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y de la Fiscalía Electoral.9
El total de observadores electorales acreditados por el IFE/INE desde 1994 hasta 2021, a lo largo de 10 elecciones federales, es de 310 467. Por lo que corresponde a visitantes extranjeros,10 durante el mismo periodo de tiempo, el IFE/INE ha acreditado a 6725 ciudadanos, procedentes de 114 países, que han participado en todas las elecciones federales celebradas en este periodo, además de algunas elecciones locales (Puebla, Nayarit, Tamaulipas, Ciudad de México) y en los procesos de Consulta Popular 2021 y Revocación de Mandato 2022.
Consideraciones finales
A lo largo de estos últimos treinta años, el régimen electoral de México ha conseguido un considerable logro en materia de apertura, construcción y consolidación de la observación electoral, tanto en su vertiente nacional como internacional.
Las distintas misiones que han podido asistir a nuestro país y documentar el funcionamiento y desarrollo del sistema electoral mexicano, no solo han asistido a inhibir el fraude, sino que han contribuido a mejorar la calidad e integridad del proceso electoral.
Ante las elecciones de 2024, la observación electoral avizora un panorama complejo, pero también retador e innovador, donde el INE juega un papel fundamental como promotor de un ejercicio ciudadano que ha dado importantes frutos a nuestra democracia.
Para 2024, la organización de las elecciones constituye el más duro desafío electoral. La disputa por el poder político es tan intensa que nuestra joven democracia vive acosada por el incumplimiento de las reglas que regulan las elecciones. Es fundamental que la autoridad electoral no sea rebasada por los partidos y candidatos.
Por ello es recomendable que la observación nacional sea apoyada y replanteada estratégicamente dado el contexto político de México. Habría que actuar con la mayor anticipación posible para iniciar con el proceso en septiembre. Es importante que los actores políticos se sientan observados para ajustar su conducta a la ley.
En el contexto actual destacan algunos de los retos más importantes que enfrenta la observación electoral: actos anticipados de campaña, uso de programas sociales con fines de proselitismo político, compra de votos, presencia del crimen organizado en las elecciones, ataques a la libertad de expresión y a periodistas independientes, transparencia en el uso de recursos para las campañas políticas, presiones políticas a las autoridades electorales federales y locales, redes sociales y medios de comunicación, entre otros.
Para la observación internacional, más difícil de financiar en tanto implica la estancia de los observadores por largas temporadas en el país observado, estos desafíos pudieran parecer muy específicos.
Los observadores internacionales, sobre todo los procedentes de organismos electorales, generalmente tienen una sólida formación profesional derivada de su participación en elecciones o están vinculados a organismos promotores de la democracia electoral. Este conocimiento y experiencia puede aprovecharse para convocar también en forma anticipada a misiones de carácter internacional. Las autoridades electorales mexicanas podrían promover e impulsar la realización de misiones de observación de avanzada en varias etapas, que les permita llevar a cabo un seguimiento y análisis integral del proceso electoral en su conjunto. Observar solo los días previos y la jornada electoral es un formato que en la actualidad tiene muy poco impacto.
Por otra parte, hay dos temas que se están globalizando en el mundo electoral como retos a vencer: el uso como estrategia política de la acusación de fraude electoral, criticando anticipadamente y sin pruebas al organismo electoral, y la no aceptación de los resultados electorales, igualmente sin contar con pruebas contundentes. La promoción de la observación internacional es el recurso ideal para enfrentar estos peligrosos desafíos, para aclarar los temas y, sobre todo, crear una pedagogía electoral hacia la ciudadanía.
El papel que jueguen las autoridades electorales para promover la puesta en marcha de mecanismos de observación electoral, tanto nacional e internacional, es de la mayor importancia, pues es a través de estos como se puede fortalecer la integridad del sistema electoral mexicano. Tendrán que haber otras acciones para proteger al INE y al TEPJF, pero deberá generarse una capacitación político electoral permanente con los grupos de observación nacional e internacional. Está en juego el importante legado de confianza y credibilidad de México en la organización de sus elecciones.
Referencias
Manuel Carrillo Poblano
Fue Coordinador de Asuntos Internacionales en el Instituto Federal Electoral (IFE) y del Instituto Nacional Electoral (INE) de 1993 a 2022.
1 Valdés, Leonardo y Carrillo Poblano, Manuel. La observación Electoral (Internacional y Nacional) de las Elecciones en “Derecho Electoral Latinoamericano, un Enfoque Comparativo”. 2019, pp. 1119.
2 “Observadores Electorales. Integración y Funcionamiento Nacional e Internacional”. Documento preparado por la Coordinación de Asuntos Internacionales del Instituto Nacional Electoral, 1993, pp. 30. Para cualquier consulta o referencia sobre este documento, se puede solicitar información al correo: [email protected]
3 “Observadores Electorales. Integración y Funcionamiento Nacional e Internacional”. Documento preparado por la Coordinación de Asuntos Internacionales del Instituto Nacional Electoral, 1993, pp. 37-70.
4 “Observadores Electorales. Integración y Funcionamiento Nacional e Internacional”. Documento preparado por la Coordinación de Asuntos Internacionales del Instituto Nacional Electoral, 1993, pp. 132-134.
5 Pozas, Ricardo, “El proceso de Apertura y la observación electoral en México”, FRACTAL, revista trimestral, Biblioteca Virtual, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1998, pp. 5.
6 Idem, pág. 6.
7 “La actividad Internacional” en Aspectos relevantes del Proceso Electoral Mexicano. Visitantes Extranjeros 2015, Coordinación de Asuntos Internacionales, INE, 2015. pp. 124. Cualquier consulta o referencia sobre este documento se puede solicitar al correo: [email protected]
8 Nohlen Dieter, González Felipe, Daniel Zovatto, Análisis del Sistema Electoral Mexicano-Informe de un Grupo de Expertos, Coordinación de Asuntos Internacionales, INE, 1996
9 Información elaborada por la Coordinación de Asuntos Internacionales del INE. Cualquier consulta o referencia sobre esta información se puede solicitar al correo: [email protected].
10 Información elaborada por la Coordinación de Asuntos Internacionales del INE. Cualquier consulta o referencia sobre esta información se puede solicitar al correo: [email protected].